Lidiado: 28 de Abril de 2004 Sevilla
Jesuli de Torrecera: 2 orejas
Jesuli de Torrecera: 2 orejas
Cuando el espectáculo había alcanzado una tonalidad tan plúmbea como el cielo amenazador que cubrió ayer la Maestranza, y aquello era un funeral, Jesuli de Torrecera acabó con el hastío gracias a su esfuerzo, a su tesón y a rabiosa alegría. Pero no nos engañemos, las dos orejas que le concedieron no tienen el mismo peso que las que le otorgaron a César Rincón. El triunfo llegó en el sexto, un gran toro con celo en el capote, que derribó estrepitosamente en el primer encuentro con el caballo y empujó con el segundo. Parecía afligirse algo ante el castigo. Pero una vez recuperado, fue a más en la muleta.
Jesuli tuvo la virtud de dar pausas al toro entre tanda y tanda y de no quitarle la muleta cuando repetía. Y se metió con él a la desesperada. Dispuesto, con ansias de triunfo, en las afueras, basó la faena en la mano diestra, el mejor pitón de Héroe. Y con rango de héroe fue tratado Jesuli por una labor en la que hilvanaba los pases con ligazón, pero de manera acelerada. Los muletazos se remetían a velocidad de ametralladora. Le faltó serenidad, pero al menos estuvo en su papel de toricantano, de principiante con hambre de triunfos.
Jesuli se distinguió con tres verónicas y una media con compás al recibir al sexto, en una tarde en la que no hubo otra cosa digna de mención en el toreo de capa. En las afueras, de largo, una tanda vibrante con la diestra, otra más, otra más... pero faltó reposo para saborear el toreo. No hubo toreo al natural; por ahí se quedaba corto el astado. El público -con miles y miles de partidarios llegados del Rincón. se contagió de la alegría y sinceridad del torero y enloquecieron cuando mató de un decidido volapié en el que perdió el engaño. Palmas por bulerías. Gritos al palco. Una auténtica locura y la concesión de dos orejas, un exceso para el rigor de una plaza como la Maestranza.
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